Juan Pablo Mateos
Juan Pablo Mateos Abarca | Miércoles 22 de octubre de 2014
You Tube ha demostrado que la imagen animada, por sí misma, vende. Pero el gigante de las escenas en movimiento es eso: una enorme base de datos de archivos de “cine”; fuera de ello sólo queda un vacío inescrutable.
No hay capacidad para el análisis, la reflexión, las opiniones fundadas, la noticia contrastada o la actualidad exclusiva.
El gran almacén de You Tube tiene los pies informativos de barro. Son imágenes de consumo, de usar y tirar, para millones de personas que se hacinan en la pantalla buscando divertirse, el vídeo de moda, reírse y un ocio efímero e instantáneo. Por otra parte, algunos de sus vídeos son documentos de empresas o de eventos que son visualizados para consumo interno de los interesados y, finalmente, muchos de ellos son escenas sin calidad grabadas por cualquier advenedizo que quiere su pequeño espacio de “gloria” mediática.
You Tube se asemeja a los múltiples portales en los que las personas cuelgan su foto real y cuentan sus aficiones, a la espera de encontrar su media naranja o nuevos amigos. Pero hasta cualquiera de estas webs supone mayor implicación en contenidos que la mera imagen funcionando una y otra vez, como mini-ventanas sedientas de pupilas curiosas, comentadas por la “masa” social y puntuadas en una democracia poco selectiva y carente del mínimo sesgo estadístico.
Los principales medios de información en la Red, los de mayor éxito, han logrado un equilibrio entre el contenido y la imagen, ya sea estática o en movimiento. Elevan la imagen a la categoría de noticia, ampliando la información y complementándola como una prolongación que enriquece lo que se dice, opina o transmite. Las posibilidades de integrar videos de apoyo a la publicación virtual mejoran de forma considerable la cantidad de impactos obtenidos en una web, pero sigue existiendo la capacidad de selección, de qué video es el adecuado para colgar y una jerarquía informativa que “categoriza” los contenidos y los sitúa en el portal de forma racional.
El periodista es periodista en cualquier medio, y su visión preclara de los contenidos, tempos y sincronías de la información es lo que le distingue (o le debería distinguir) de otros usuarios. El editor del medio virtual tiene la exigencia de alcanzar una solvencia de contenidos, cómo no, acompañados de los mejores videos e imágenes explicativas o complementarias, acorde con su conocimiento y preparación.
Internet, para el usuario medio, es como si cada individuo tuviera su propia “imprenta”, conectada a cientos de millones de viandantes en un kiosco emplazado en todas partes. La distinción entre los productos de contenidos de calidad y el mero rumor, el murmullo o los comentarios anecdóticos la realizan los informadores cualificados, porque cuando todos tienen unas herramientas técnicas similares en un mercado, la diferencia se basa en la calidad y profesionalidad de las tareas que se emprenden.
You Tube es un almacén interesante, cajón desastre de millones de datos. El usuario es una opinión sesgada, un aficionado de poder adquisitivo medio y, según las encuestas, nivel de formación medio. El periodista, en Internet, debe ser un transmisor del hecho fundado y analizado, cuya veracidad es una imposición para cualquier portal que se haga llamar “medio de comunicación virtual”.
Juan Pablo Mateos Abarca
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