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Miércoles 22 de octubre de 2014
La feria MWC se cierra en Barcelona con las mismas incertidumbres que el pasado año - Los modelos, los programas y la tecnologías permiten hacer de todo, pero las tarifas de las operadoras están frenando al consumidor
La feria mundial de telefonía móvil se cierra hoy en Barcelona y casi todo sigue pendiente. Lo que iba a llegar en 2007 se dice que llegará este año: el WIMAX, el ancho de banda universal, la mensajería instantánea, la televisión...Todos los elementos para que eso ocurra están preparados. Todos, menos uno.
Los teléfonos son cada vez más bonitos, más ligeros, más completos; el software permite insospechados servicios desde el envío de cupones publicitarios o la mensajería instantánea móvil (MIM) y con vídeo; las redes también se acercan al infinito, con un ancho de banda capaz de dar en el teléfono cualquier programa de televisión. Todo es posible, y sin hilos; sin embargo, el consumidor se lo piensa antes de apuntarse a lo que le gustaría tener en su pequeño teléfono.
Las operadoras se resisten a bajar tarifas drásticamente, ni siquiera bajo la amenaza de regulación por parte de la Comisión Europea. El consumidor desconfía de las ofertas que van poco más allá de captar a un nuevo cliente. La denuncia contra Yoigo por publicidad engañosa, o la reciente subida de los MMS de Telefónica, son los casos más recientes de los sustos que recibe el consumidor.
Vodafone cobra los mensajes a peso; Movistar, a partir de marzo sube el envío de una foto (o sea un MMS) de 31 céntimos a 1,16 euros, más de un 300%. ¡Ni la leche ha subido tanto! En este panorama tarifario, el consumidor se retrae de abonarse al Internet móvil, puerta de la mayoría de servicios.
La venta de teléfonos no es el problema; sube al ritmo del 11%. Llevar un teléfono en el bolsillo es para algo más que hablar. La feria de Barcelona así lo demuestra: más de un millar de empresas exhibieron sus productos, de tal creatividad y variedad de servicios que resulta difícil pensar que haya algo que no se puede hacer con un móvil en la mano. El móvil, que primero descolocó al teléfono fijo, luego a los fabricantes de cámaras y a los reproductores musicales, ahora va a por los ordenadores. Cada vez es menor la diferencia entre un teléfono inteligente y un portátil ultraligero, al margen de peso y precio (un kilo y 500 euros menos el móvil). El ocio y la oficina caben en el mismo bolsillo.
El reto de la feria ha sido el mismo de la edición anterior y, probablemente, lo será en 2009: que la gente se ponga Internet en el móvil, o que lo ponga la empresa. Si hace una década la empresa ponía el móvil a sus empleados, ya es hora que le añada Internet. Su productividad pasa por aquí.