Juan Pablo Mateos
Juan Pablo Mateos Abarca | Miércoles 22 de octubre de 2014
Muchos editores de publicaciones impresas relacionan la temática de sus productos con el lector potencial interesado en ellas.
Este tipo de usuario sólo lee aquello que le interesa, y sus intereses vienen motivados por sectores, aficiones, hobby, profesión o hábitos de conducta social. En el sistema de interactividad planteado por los foros y las relaciones de grupos afines en Internet, denominado de forma ostentosa Web 2.0, todo cambia.
En Internet, y debido al nacimiento de aplicaciones en las que la premisa fundamental de desarrollo es la búsqueda de “visitas”, el lector de información no es conminado a entrar en las web,s por una tendencia clara de objetivos o una pretensión de información concreta; se trata de una búsqueda de audiencia sin motivación definida. En estos nuevos portales, en los que prima la sociabilidad, cada persona escoge la relación por la relación, y hablar por hablar. El mero contacto con otro ser humano sirve de base para ser un usuario potencial de determinadas Webs, que no ofrecen tanto información especializada como un patio de colegio en el que todos los compañeros de la especie se junten y charlen.
Para estos usuarios, hablar de forma instantánea o por carta electrónica, esperando siempre respuesta, se convierte en debates de toda clase de contenidos o pretensiones. Los creadores de portales de interacción subvaloran el valor añadido de un lector cultivado o interesado, sólo quieren números en incremento. Por ello, la usabilidad, la facilidad de integración de datos y la rapidez de oferta y la sencillez de uso, priman sobre la evolución de contenidos o la búsqueda de lectores segmentados.
Se ha creado el concepto 2.0 sobre una base interactiva desarrollada ya hace años. El invento 2.0 de las Webs es un término pretencioso que sugiere una interactividad que existía en Internet desde poco después de sus orígenes. El hombre es sociable por naturaleza, Internet es humano, la web 2.0, es, por ende, una obviedad tecnológica con visos de marketing conceptual y poco de realidad.
Aún así, es cierto que la creación de comunidades supone, de facto, una potenciación de la sociabilidad en la Red de Redes; esto no es óbice para que el pomposo término sea sobre-valorado y vendido, al igual que otras veces, como un acrónimo numérico de evolución, intangible pero atractivo para el gran público.
Juan Pablo Mateos Abarca
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