Y es que los españoles son creativos, emprendedores e impetuosos. Desde las conquistas hasta los más atrevidos inventos, muchas veces explotados por otros o renombrados por culturas mas ávidas de fama, beneficios e historia que sobrantes de talento e iniciativa. El genio se nos escapa de nuevo entre los dedos, pensamos que invertir en investigar, en nuevas formas de hacer las cosas, es tirar el dinero. Lo fácil es invertir en repetir hábitos o mantener sistemas heredados. Así nos va.
El informe COTEC 2012 lo dice claro, los países más avanzados del planeta invierten ingentes cantidades de su PIB en investigación, desarrollo y nuevos modelos productivos; por el contrario, en España se ha estancado esa inversión, pasando de un crecimiento medio anual del 2000 al 2008 del 12% , a un crecimiento en 2011 respecto al 2010 del 0,041% y un descenso del -8% en 2009.
Algo parecido ha pasado en relación con el personal contratado dedicado a jornada completa a I+D, el gasto empresarial interno, y el número de personas en el sector público y el sector privado, disminuyendo un 2,9% y un 4,1% respectivamente en 2011 en relación al 2010.
La valoración de COTEC, que realiza una encuesta anual desde hace 15 años entre más de cien empresarios, investigadores, responsables públicos y académicos, ha caído a mínimos históricos respecto a la situación actual y las previsiones futuras, quedándose en un 0,848, la más baja hasta ahora de sus criterios establecidos.
El informe COTEC avisa sobre el capital humano -de máxima importancia- y los malos resultados obtenidos en las recientes ediciones del informe PISA de la OCDE, con gran número de universitarios, un muy inferior número de personas con Formación Profesional al de los países desarrollados y el escaso nivel de formación que las empresas proporcionan a sus empleados. Estas barreras impiden una economía basada en el conocimiento, que permitiría mejorar la competitividad del país.
Por otra parte, la falta de una "cultura de patentes" clara y definida, la subestimación de los estudios de formación profesional, que son una parte fundamental del tejido industrial y la pérdida de empresas de entre 10 y 50 empleados, PYMES con ambición, que son las que más invierten en I+D (a medida que la empresa crece se va perdiendo el interés por la innovación y se generan gamas de productos y desarrollos, pero se aplaca la inventiva y se asumen menos riesgos), convierten la estructura en un cóctel que, según los más pesimistas, hace retroceder el sistema de I+D+i español una década.
Sirva este estudio de aviso a navegantes y como muestra de que un gobierno puede cambiar su política en función de las cifras y los resultados. Si no se invierte en conocimiento y nuevos proyectos y mentalidades, si se vive abstraido en situaciones obsoletas, mecanismos caducos y dinámicas estandarizadas que no han resultado útiles, no se produce ni desarrollo ni crecimiento. Y mucho menos empleo.
Juan Pablo Mateos Abarca