La persona es la protagonista de la innovación y por eso es tan importante la “calidad” del capital social de un país para su innovación productiva, que es determinante para la mejora de su capacidad competitiva. Una de las principales preocupaciones de la Fundación Cotec, dedicada a fomentar la innovación en las empresas y en la sociedad españolas, ha sido la de analizar los valores y aspectos sociales y culturales que favorecen o dificultan el desarrollo de la capacidad innovadora de nuestro país.
Cotec ha querido seguir profundizando en este campo con la publicación de un informe sobre “Capital social e innovación en Europa y en España”, en el que se analizan los efectos del capital social en la innovación productiva en España y su comparación con cerca de una treintena de países europeos.
España entre los países con un capital social menos afín a la innovación productiva
El informe distingue en Europa tres grupos de países claramente diferenciados, según se acerquen a ese modelo de capital social afín a la innovación o se alejen de él. El primer grupo estaría formado por los países nórdicos, incluyendo a Suecia, Dinamarca, Finlandia, Noruega e Islandia, junto con Suiza y los Países Bajos, caracterizados por una capacidad de innovación más alta. El segundo lo integran los países centrales como Alemania, Austria, Bélgica, Francia, Luxemburgo, Irlanda y Reino Unido, que presentarían unas tasas medias, salvo en el caso de Alemania que se acercaría más a los niveles del primer grupo. Y, el tercer grupo, el más alejado del modelo noreuropeo, lo formarían los países mediterráneos y de la Europa del Este, caracterizados por bajos niveles de capacidad innovadora.
Los factores que más nos alejan de los niveles de los países de referencia corresponden a indicadores de capital social familiar y asociativo: la emancipación extremadamente tardía de los jóvenes españoles en el contexto europeo (del 43 % de los jóvenes de 18 a 35 años en 2002-2006, frente a una mediana europea del 53,5 %) y el escaso nivel de pertenencia a asociaciones voluntarias en España (16,8 % en 2004-2006, frente a una mediana europea de 28,8 %). En el caso de los indicadores de las empresas, señala que en los últimos 30 años el modelo económico español no ha favorecido la creación de puestos de trabajo enriquecedores y que se desempeñan con autonomía. Algo similar a lo que ha ocurrido con el capital social sistémico, en el que los factores que más nos alejan de esos países siguen siendo, desde el inicio de la democracia, la distancia entre los ciudadanos y la clase política y su escaso interés e implicación en la vida pública.
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