Con las noticias de fondo, nuestro marino exclama:
—Vivimos en el mundo al revés por la ambición egoísta de Pedro Sánchez y su nula actitud de hombre de Estado y, aunque al final, no se ceda en algunas de las muchas exigencias nacionalistas, se acabará haciendo a España un daño de difícil reparación en el futuro.
Los resultados electorales han abocado a una situación compleja, a la que PP y Vox han contribuido y en la que puede que tengan algunas culpas.
Núñez Feijóo, al puro estilo «rajoyista», interpretó que había ganado las elecciones a mitad del partido, muy en la línea de su partido, pero olvidando que un aspirante debe bregar hasta el final.
Los de Abascal dando bandazos, con depuraciones internas y el ala más dura a la cabeza han dado la peor imagen y conseguido poner en alerta a algunos sectores del electorado.
El PP y Vox no dejaron de equivocarse de adversario, dando una imagen mejorable, añadido al dislate de la izquierda, sacando el «dóberman» y el «que viene la derecha peligrosa, fascista y retrograda», argumentos espurios que ya debían estar superados.
Mientras el PSOE de Pedro Sánchez interpretaba una de luna de miel con Sumar y Yolanda Díaz.
Los resultados electorales siempre tienen muchas interpretaciones, pero el independentismo catalán ha perdido las elecciones, aunque se hayan convertido en los árbitros de esta distopía, por la ambición de Pedro Sánchez y de un PSOE que, definitivamente, ha soltado amarras como partido socialdemócrata y constitucional, para volver al infecto, marxista, guerra civilista y antidemócrata de Largo Caballero y otros.
Estos comicios en Cataluña, se ha dado la espalda al independentismo. La CUP desaparecida, ERC con la mitad menos de escaños y JxCat de Puigdemont, siendo el que menos ha perdido, sacó menos votos que el PP. El independentismo ha pasado de 1,6 millones a 920.000 votos.
El vencedor, el PSOE, ahora les va a dar a lo que el pueblo catalán les ha quitado en las urnas. Otra traición y otro dislate antinatura.
La joven profesora comenta:
—Los independentistas catalanes argumentarán una supuesta legitimidad para la República Independiente, pero si repasamos sus pretensiones, comprobamos que carecen de solidez y están plagados de mentiras.
Uno de ellos es la autodeterminación que, según la ONU, sólo se aplica en colonias o territorios sometidos a dominio extranjero, nada que ver con Cataluña.
Sostienen que Cataluña es un territorio ajeno a España, lo que provoca hilaridad cuando la Imperial Tarraco fue la primera capital de la Hispania romana o Barcelona la primera de la Hispania visigoda.
La monserga de pueblo oprimido es algo irreal, máxime viendo cómo se burlan del resto de los españoles, que nos obligan a través de los impuestos a pagar sus liberalidades. Otra cantinela, muy de actualidad, es la amnistía, mecanismo reservado a situaciones de tránsito de una dictadura a la democracia.
Más peroratas, lo de desjudializar la política, cuando cumplir la leyes es obligación de todos. Las condenas y procesos a los políticos catalanes no han sido por hacer política, sino por cometer. No puede haber delincuentes de primera y de segunda. Todos debemos ser iguales ante la ley.
Otra conclusión falaz y torticera es el de la lengua catalana, En la ONU hay 193 países y en el mundo se hablan unas 6.000 lenguas. En la UE no hay ningún país en el que se hable un solo idioma. La lengua no da derecho a ser un país.
Entre los argumentos históricos hablan del referéndum (legal) de 2014 en Escocia, obviando que nuestra legislación y orígenes es muy diferente a la del Reino Unido, Cataluña nunca tuvo un parlamento catalán, ni ningún reino que pactase de igual a igual, por lo que ni históricamente, ni legalmente son parecidas.
Otro relato es el de que Cataluña fue invadida en 1714, lo que es una patraña, nunca hubo una guerra entre catalanes y españoles, sino entre partidarios de Borbones y Habsburgo.
Más, la represión durante la dictadura de Franco, sin entrar en si hubo más voluntarios luchando en un bando o en otro, Cataluña no sufrió más represión que en otros territorios, aunque si fue uno de los más beneficiados en inversiones e infraestructuras durante la dictadura.
Cataluña nunca fue un reino o república en el pasado. Si repasamos la Europa del siglo XXI, tendríamos territorios; como Francia en la que en 1860 se incorporan Saboya y Niza o en 1918 Alsacia y Lorena, en Italia y Alemania que se unificaron hace solo siglo y medio, o Polonia que a través de los siglos ha cambiado su tamaño, incluso su desaparición.
Si estas y otras regiones, con incorporaciones recientes no tienen derecho a la secesión, la pregunta obvia sería: ¿Por qué Cataluña que lleva 2.000 años unida a España si la tiene?
Cataluña no tiene ningún derecho fundado, ni histórico, ni jurídico, ni étnico, ni lingüístico, ni cultural para la secesión.
El marino, con rostro serio, remata:
—Claro que siempre se puede recurrir al orate Víctor Cucurull, el pseudohistoriador catalán apoyado por el independentismo, que no tiene empacho en decir que Cataluña «fue la primera de las naciones del mundo», en el siglo VII a.C., o que el descubrimiento de América es catalán porque Cristóbal Colón y Américo Vespuccio eran catalanes y la expedición partió de Pals (Gerona) y no de Palos (Huelva). Ni recatarse en fabular que Sta. Teresa no era de Ávila, sino la abadesa de Montserrat o que la civilización de los Tartessos estuvo en Tortosa (Tarragona), ídem con Hernán Cortés o Cervantes. La realidad se puede fabricar a nuestro gusto.
Lo patético es dar carta de naturaleza a tanto dislate, apoyado con fondos públicos y que el resto de los españoles lo paguemos. ¿Qué piensa nuestro pueblo para haber llegado a esto?
Nuestros amigos se miran y cierto sabor amargo se levantan y se van a ver al mar para intentar que la inmensidad del Mediterráneo lave tantos exceso.
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