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Juan Pablo Mateos Abarca
Juan Pablo Mateos Abarca

El Proceso Editorial Digital

Por Juan Pablo Mateos Abarca
miércoles 22 de octubre de 2014, 12:37h
Los editores de este país han seguido una trayectoria tan predecible como guiada por las mareas del mercado en el que se envuelven. Desde hace más de 20 años, han mantenido unas políticas de empresa inconscientemente conjuntas respecto a la colocación de sus cabeceras en Internet. No obstante, los periódicos y las revistas, como publicaciones impresas, optaron por caminos dispares. Ahí termina la variación. El periódico, debido a su inexcusable sentido de actualidad diaria, ha captado con mayor facilidad y rapidez la necesidad de un contenido orgánico, vivo y dinámico en el espacio virtual; teniendo como prioridad consolidar sus cabeceras en papel. En el caso de La Razón, por ejemplo, hasta que no obtenga una curva de rentabilidad óptima en su periódico impreso, no mimará el formato digital como se merece. Sin embargo, un factor de desequilibrio tanto en el sector editorial físico como en el virtual, es el aumento desmesurado de la prensa gratuita. Estos periódicos perdieron con facilidad el temor a Internet y se lanzaron a la piscina de bits con valentía, ya que su producto carecía de PVP y su información requería difusión por cualquier medio, no venta.

Internet es un campo de batalla en el que la prueba-acierto-error ha sido la estrategia evolutiva. Al igual que en la medicina, los empresarios realizaban una acción estratégica que muchas veces devenía en quiebra, y otras pocas en riqueza desmesurada. La analogía se basa en la curación del paciente, o su fallecimiento, en función de las técnicas utilizadas, muchas de ellas de ignoto resultado.

El proceso ha tenido lugar sin prisa pero sin pausa, y se sintetiza en las siguientes fases: A) El editor mostraba hace dos décadas un temor desmesurado a la red, ya sea por ignorancia o por ausencia de expansión, no creía en el medio, como el miedo a un pozo sin fondo o a lo que existe bajo la superficie de mar B) Más adelante, el editor decide -en función de su envergadura y asesoramiento- “estar” en Internet, con prudencia y realizando primitivas páginas corporativas que dan una información escueta y no actualizada, se trata de sitios Web “muertos” cuya principal misión es demostrar que se “está”, pero evitando dar información de las publicaciones -si acaso una fotoportada, tirada, difusión y precio, todo ello enfocado a la publicidad o a la suscripción impresa- ya que se teme que afecte a las ventas del producto en kiosco, a medida que se expande el uso de Internet de forma masiva C) Finalmente, el editor no sólo quiere estar, sino participar, comienza la inclusión de contenidos dinámicos, la rotación de noticias, las líneas de negocio basadas en banners, colaboraciones, acuerdos de marca y patrocinios. Es el resurgir de Internet para las publicaciones, como un Ave Fénix que renace de las cenizas de grandes fracasos, bancarrotas y el beneficio inconmensurable de un grupo de elegidos.

El futuro es digital. El uso de televisión y radio por Internet, en un terreno poco legislado, sin el corsé de decisiones políticas locales o nacionales, la penetración de la banda ancha en la población común, la existencia de un festín de publicidad inexplorada, -sobre todo para Webs especializadas que ofrecen contenidos exclusivos- y la confianza económica, que permite valoraciones reales del producto virtual, no basadas en variables intangibles y huecas, sino más objetivas, ofrecen un futuro floreciente y esperanzador. El panorama digital, por ello, será más ecuánime y equitativo en las premisas empresariales de partida, donde el trabajo, el talento, el sentido y la oportunidad permitirán una mayor justicia mercantil.

Juan Pablo Mateos Abarca
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