El terrorismo sitúa a España en el puesto 32 de la lista de libertad de prensa

O sea, una plaza por debajo de Taiwán y un escalón por encima de Bosnia.

España permanece muy lejos de la transparencia de los países septentrionales: Islandia, Noruega y la neocomunitaria Estonia ocupan los honores del podio porque en los tres casos no se aprecian riesgos de censura, no corre peligro alguno la vida de los periodistas y no se advierte que los poderes públicos coarten o amenacen la libertad de expresión.

La misma lógica comprende a los restantes países nórdicos. Incluso a Portugal, cuya posición en la lista "blanca" de Repoteros sin Fronteras es 23 peldaños más alta de la que ocupa la vecinísima España.

"El terrorismo de ETA condiciona extraordinariamente la libertad de prensa en España", señalaba ayer a EL MUNDO un portavoz de RFS. "Muchos periodistas viven amenazados de muerte. Otros han tenido que marcharse del País Vasco. Si no se puede informar con normalidad, significa que una sociedad no es suficientemente libre".

Bien lo saben los súbditos de las dictaduras que se reparten el farolillo rojo en la clasificación. Eritrea se ha hecho con la última plaza (169) a cuenta de los informadores asesinados y de la represión mediática, aunque le acompañan muy de cerca Corea del Norte, Turkmenistán, Irán y Cuba, cuyo régimen no ha cambiado de línea ni de actitudes intimidatorias pese a la convalecencia de Fidel Castro y el repuesto de su hermano Raúl.

La dictadura caribeña lidera la clasificación de los países que más arrestos a periodistas han realizado. Con la única salvedad de China, ubicada en el pelotón de cola (163) a pesar de que Reporteros sin Fronteras imaginaba que la inminencia de los Juegos Olímpicos cambiaría la estrategia oficial.

No ha sucedido así. De hecho, el informe presentado en París matiza que la promesa de liberación de los periodistas encarcelados "se ha convertido en una vana ilusión" y en un juego de prestidigitadores.

Ya que hablamos de nigromantes, ninguno puede quitarle la plaza a la ubicuidad mediática de Hugo Chavez, aunque llama la atención que el puesto de Venezuela en el ranking (114) sea bastante mejor que el de México, hundido en la zona crítica de la tabla (136) por la muerte de ocho periodistas en el último año, las amenazas de los narcotraficantes y las connivencias entre los medios informativos y el presidente Calderón, vencedor in extremis de los últimos comicios a la jefatura del Estado.

México se convierte, por tanto, en el país del continente americano donde más peligro reviste desempeñar la profesión de periodista. Superando, incluso, a Colombia, que mejora cuatro peldaños en la clasificación gracias a la histórica ausencia de asesinatos en los últimos doce meses.

También avanza tímidamente Estados Unidos, aunque el terreno ganado –del puesto 53 al 48- se antoja insuficiente para el honor de la democracia más grande del mundo. Al cabo, los periodistas estadounidenses son las víctimas inmediatas de la censura, la autocensura y la restricción de libertades que el presidente George Bush invoca arbitrariamente en nombre de la lucha antiterrorista y de la seguridad de sus compatriotas.

El balance final de Reporteros sin Fronteras subraya la represión informativa de Birmania, abochorna la omnipotencia mediática de Vladimir Putin –Rusia lleva en la espalda el dorsal 144 "gracias" al asesinato de Anna Politovskaya-e insiste en que la concentración de medios berlusconianos explica que Italia, 35 del ranking, ponga en entredicho la buena salud media de la prensa europea.